sábado, 31 de julio de 2010

La granja se vuelve animalesca





- Mamá me voy a acostar.
- ¿Por qué?
- Porque tengo tuto po’. Aparte tú te quedas feliz con la tía y tu Arjona. Chao tía, buenas noches.
- ……Pero hija, quédese un rato más con nosotras.
- No, que mañana tengo harto que hacer y voy a ir a carretiar, ya que no pude ir hoy día….

Mejor me voy a acostar para no volver a cantar las mismas canciones patéticas de Arjona. ¿Cómo no se aburren del pobre tipo?


Primero: vuelta en mi cama; en mi rincón, soñando sin poder recordar.
Segundo: vuelta. Me acurruco en posición fetal hacia la bajada de cama. Es un simple temblor, ya va a pasar.

- …… esta wea es terremoto. Andrea levántate!!!! …

Tercero: Levantarme y correr por la casa. Si es que puedo mantenerme en pie.



Animal mamá dice que le pida a Dios para que nos perdone de nuestros pecados, que este es el fin del mundo, que me fije en como se mueve la tierra y que siga rezando.

Está fuerte la cosa.

Animal tía (amiga y a veces pareja de mamá) llora y me dice que no me ría porque la pongo nerviosa. Mientras entre mi animal propio y mi yo racional elijo a ambas, más que mal todo “humano” posee las dos, sobre todo yo.

Comienzo por ponerme racional. Lo primero en estos casos es cortar la luz, el gas, bajar lo que pueda ocasionar algún daño, colocarse en un lugar seguro; sin obviar la protección personal. Para el final dejamos el correr, llorar, gritar, patalear y volverse animal.

Temblor y la que me parió. Respira Nicole, ya va a pasar.

Animal mamá, deja de retarme porque no rezo. Si igual me iré al infierno.
Pasó, pasó y con ello se llevó la angustia de las personas, el miedo, el pavor y trae a colación nuestro lado animal.

Yo estoy bien. En mi casa se quebraron un par de copas, nada más. En la casa de mi tía unos vidrios en el suelo, nada con importancia. Mi hermano bien con su polola (sólo que un peruano corrió en pelota a la calle). Mi papá supongo que bien, en realidad no se, ni me interesa.

Comienza a avanzar la noche entre chispas que van encendiendo alguna que otra fábrica o casa que no estaba preparada. El polvo se hace inmenso en este trocito de tierra al fin del mundo, el silencio es a veces sepulcro de evacuaciones olvidadas que nos enseñaron cuando ibamos al colegio. Los sueños se derriten como tierra en el magma, mientras se hacen efímeros tras unos cuantos segundos de remezon.
Nadie le daba importancia hasta ahora, ahora que ven que medio país está en el suelo, que la granja está acabada, que la cosecha se hace poca para tanto animal que anda suelto, sin tener donde ir, sin tener que comer.

El animal por más que se vista de humano, seguirá siendo animal.

Animales sueltos veo robando, saqueando, perdiendo la poca dignidad que les pueda quedar. Mientras los animales de alto cargo mandan a restablecer el orden público a punta de armas, de causar el miedo y el pánico que viejos animales habían olvidado hace ya más de treinta años. Comienzan a expandirse por los campos para proteger al ganado de las bestias que puedan venir.

Animales somos.

Entre días que nunca acaban, entre penas y llantos que no cesan. Animal es quien me rodea. Animal es lo que escucho, lo que veo. Y cuando esto está acabando, cuando se nos deja de mover el piso, para cuando no tenemos que subir a los cerros, cuando no nos tenemos que seguir quedando en el umbral de una puerta. Otros animales nos bombardean con tristeza, con un poco de música acompañan nuestra realidad sumida entre polvos esparcidos en el aire, hacen hincapié a lo que ya pasó, relinchan sobre nuestra granja y no se dan cuenta que nosotros solo actuamos por naturaleza, que ante algo así perdemos la percepción y es como si dejaran a millones de animalitos sueltos en medio de la nada.

Los animales no saben de barreras.





Nicole Salas